Por: Rodrigo Montoya Rojas
Por orden expresa del gobierno -un día como hoy, hace un año- la policía atacó a los amazónicos en la “Curva del Diablo” con fusiles de guerra, como si se tratara de una batalla contra enemigos invasores de la patria. Los indígenas se preparaban para el regreso a sus comunidades, unas horas más tarde, luego de haber informado de esa decisión a los jefes policiales y del ejército, en la tarde del 4 de junio. La ministra del Interior Mercedes Cabanillas sabía muy bien lo que hacía, tanto al transmitir la orden de disparar como al decir después que ella y los jefes no sabían nada y que la decisión debió bajar seguramente del cielo. Esa es la peruanísima tradición de los grandes jefes de ordenar que maten y luego esconderse detrás de los oficiales de menor rango. Los primeros muertos fueron indígenas por balas de la policía; después vinieron los policías muertos en manos de indígenas.
“Todos somos indígenas” es la frase que condensa toda la potencialidad política del Movimiento indígena amazónico que comenzó hace 40 años. Dirigentes con otros rostros, otros apellidos, con el “color de la tierra”, bilingües peruanos llamándose a boca llena awajun, asháninka o shawi, al mismo tiempo, reclamando su territorio, su cultura, su lengua, su identidad, su dignidad; su espiritualidad, rebelándose contra el gobierno que quiere entregar las tierras de las comunidades nativas a las concesiones de empresas extranjeras y nacionales con el cuento de la inversión y el “desarrollo”. Se sintieron insultados y ninguneados al ser llamados “perros del hortelano” por el Sr. Alan García que sabe poco o nada de respeto a los pueblos y personas que forman el Perú.
Los amazónicos defienden principios, valores y posiciones que son parte del futuro del país: una sociedad basada en los principios de solidaridad y reciprocidad y no en la lucha a muerte por la riqueza, en no tomar de la naturaleza sino aquello que nos hace falta, en cuidar y respetar a la madre tierra, a los ríos y mares, sin los cuales no podríamos alimentarnos, en considerar el petróleo, gas, madera, y oro como bienes públicos, nacionales, de todos los peruanos y peruanas y no de unas cuantas empresas multinacionales gracias a los favores recibidos de políticos como Alan García. Los indígenas de los diez países de América del Sur que viven en las cuencas de ríos que van a dar al Amazonas dicen que defender la Amazonía, es defender a la humanidad, no sólo a sus propios pueblos. Saben de lo que hablan.
Por lo que acabo de mencionar, porque tuvieron el valor de enfrentarse al poderoso Sr. García y sus clientes, por respaldar con sus propios hechos lo que dicen, y por muchas otras razones más, en la imaginación de las capas populares y medias anida una simpatía muy grande con ellos y ellas. Es eso, lo que está debajo de la frase “Todos somos indígenas”. Volveré sobre las perspectivas, luces y sombras, que se abren para el país después de la rebelión amazónica.
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